La mejor generación gana el partido de su vida
El Barça entra otra vez más en la historia del fútbol mundial. La mejor generación de futbolistas que han visto nuestros ojos escribió ayer una de las páginas más bellas, emocionantes y eléctricas de todas las competiciones europeas y logró ayer la última gesta que les quedaba por conquistar.
El Camp Nou, y detrás suyo Barcelona y los barcelonistas del mundo entero estallaron tras el gol increíble de Sergi Roberto que hizo justicia con el fútbol. El Barça ganó sencillamente porque se mereció ganar, y se mereció ganar porque se lo creyó. El equipo salió del vestuario convencido de que lo imposible era posible, y al PSG se le cayó el mundo encima.
Pocas veces se ha visto un equipo fulminado por un semejante ataque de pánico: los franceses se desvanecieron literalmente en directo sobre el césped del Camp Nou, y nunca pudieron vencer su terror atávico a ganar. En el Camp Nou pesaron como nunca las jerarquías: el escudo del Barça, los colores, el rugir del Camp Nou, fueron un Everest inalcanzable para un PSG sin escudo, sin peso, sin leyenda, que se hizo raquítico y minúsculo, empezando por su entrenador Unai Emery, que difícilmente se recuperará de una bofetada tan descomunal.
Luis Suárez fue el primer en oler la sangre y la primera pelota entró por el mismo motivo por el que entraron las cinco siguientes: por pura fe, por pura garra. El Barça de Luis Enrique volvió a demostrar que es el equipo con más capacidad de supervivencia que ha tenido el club y que nadie le puede ganar en fe y resistencia. Incluso dentro del mismo partido el Barça pareció muerto unas cuantas veces, especialmente tras el gol de Cavani, pero emergió Neymar y el PSG reventó definitivamente. El brasileño entendió la gravedad del momento, y se tiró todo el equipo a su espalda en una actuación soberbia que va a marca un antes y un después en su carrera.
En espacio de pocos minutos, marcó una falta estratosférica, asumió la responsabilidad de un penalti crucial y sobre la bocina hizo un pase extraterrestre a Sergi Roberto que liquidó la eliminatoria. De cualquier gesta histórica emerge siempre algún héroe: sin duda el líder del Barça fue ayer Neymar, que adquirió por primera vez categoría de Messi.
El partidazo de ayer equivale en si mismo a un título, como demuestra la emotiva celebración de Luis Enrique y los jugadores sobre el césped, que lo celebraban con razón como si ya hubieran conquistado la Champions. Queda claro que entre los dos partidos del PSG, el Barça reaccionó, hizo los deberes, Luis Enrique acertó en el momento y el día que escogió para anunciar su adiós, y una situación extremadamente delicada se convirtió de repente en una oportunidad. Hay derrotas que son tan dolorosas que se convierten en un revulsivo. Así ha sido con la debacle de París que desde ayer queda enterrada por un 6 a 1 que podremos contar a nuestros nietos.
Fuente: Ernest Folch – Diario Sport