El ‘walkman’ del siglo XXI para resucitar tus cintas de cassette
«Queremos ofrecer una experiencia nueva y recuperar un icono cultural», dice uno de sus creadores
Aunque no lo parezca, la cinta de cassette está muy viva en el siglo XXI. ¿Cuántas no quedan guardadas en algún armario? El informe anual de Nielsen destaca que el año pasado las ventas de este formato se incrementaron un 74% en Estados Unidos.
Un pequeño repunte similar al que vivió el vinilo hace años que visibiliza a un nicho de mercado adicto a la música y a la nostalgia. Elbow es un nuevo modelo de reproductor de cassettes que poco tiene que ver con los clásicos walkman, excepto que también usa auriculares. Intenta salir a la venta el próximo año con un diseño cercano al de los gadgets actuales y la intención de recuperar este objeto para las nuevas generaciones.
https://www.facebook.com/ElbowCP/videos/185383868622406/
Elbow es un aparato no mucho más grande que una pinza, que se engancha a una de las ruedas del cassette y a la vez se puede llevar adherido a la ropa como si fuera un pin. El prototipo, que se encuentra en plena fase de desarrollo y financiación y que todavía no está a la venta, ha despertado el interés de la comunidad digital: su vídeo de presentación ha acumulado 1,2 millones de visitas en sus tres primeras semanas de publicación.
Así es la propuesta de Brainmonk, un equipo de diseñadores de Lituania que ha recibido varios premios por esta propuesta, entre ellos el International Industrial Design Awards 2015 (INDUSTART). El invento puede resucitar todas esas reliquias que quizá nos gustaría escuchar de nuevo, pero se concibió como un mero proyecto creativo.
«La idea nos vino a la cabeza solo como un concepto, no como un producto. Queríamos resucitar un objeto que desde el punto de vista estético nos resultaba bello. También era una forma de reaccionar a la frustración que sentíamos con todos esos aparatos con pantalla táctil, que son útiles y multifuncionales, pero en los que se pierde esa intimidad física que tenían los aparatos de antes», cuenta a Verne a través del teléfono Marius Paulikas, una de las mitades de este dúo.
Fueron esos premios de diseño los que atrajeron la atención de diversas empresas, que propusieron a Brainmonk convertir la idea en un producto comercial. En estos momentos, los diseñadores trabajan con un ingeniero para que su idea pueda convertirse en realidad «a finales de 2018», calcula el diseñador.
«Aunque el cassette casi haya desaparecido en este siglo, todavía queda gente dispuesta a apreciarlo, con sus complejidades y debilidades», argumentan los creadores de Elbow en su página web.
Un Elbow prescinde de la carcasa y de muchos de los elementos de los walkman antiguos. Por eso, no es mucho más grande que un iPod shuffle, el modelo más pequeño de la gama de Apple.
Para sus creadores, la cinta de cassette es «más que un medio, un icono cultural» que no debe quedarse encerrado en un aparato. Por eso le ceden todo el protagonismo. La imagen promocional del producto recurre de forma deliberada a la estética de los años 90, con colores flúor y prendas vaqueras.
La parte superior de su reproductor pasa por la cinta magnética para leer la información sonora que encierra y tiene un pequeño control en forma de rueda que inicia la reproducción, regula el volumen y cumple la función de fast forward.
Además de tener una toma para los auriculares, Elbow tiene un conector mini USB con el que cargar la batería del aparato. Brainmonk está intentando que también pueda volcar las canciones del cassette al ordenador. «Simplificar tantos recursos técnicos en un espacio tan pequeño es uno de nuestros retos ahora mismo. Algunas cosas desanimarán a los usuarios, como que no haya una carcasa protectora, pero la idea es lograr una experiencia nueva y fresca», explica Paulikas.
Para conocer mejor el público al que se enfoca Elbow, los diseñadores lanzaron una encuesta desde su página web, con varias preguntas sobre lo que la gente esperaba del producto: «Esperábamos componer un pequeño estudio de mercado con unas cien respuestas, pero al final recibimos 6.000 encuestas contestadas».
Una de esas cuestiones se centraba en cuánto estarían dispuestos a pagar por este invento. Si conseguimos ofrecer todas las funciones que hemos pensado en un principio, costaría unos 45 euros (cerca de 50 dólares)», dice Marius.