Miguel Bosé: «Tengo una actitud de desprecio hacia los políticos»
Miguel Bosé cumplió 60 años el pasado abril, pero eso no es obstáculo para que siga cantando Amante bandido ni actuando con faldas, como hacía allá en los 80.Instalado desde el año pasado en Panamá, donde nació, con sus cuatro hijos, Bosé divide ahora sus preocupaciones entre el cuidado de su familia y el de su público latinoamericano. Es ahí donde encaja el MTV Unplugged (Warner) que lanza ahora, y en el que interpreta temas como Bambú, Como un lobo, Amiga y Nena, desprovistos de los ropajes electrónicos que conformaron su sonido hace 30 años.
El disco, grabado en directo en Ciudad de México, cuenta con colaboraciones de amigos del cantante, como Juanes, Pablo Alborán, Natalia Lafourcade, Ximena Sariñana, Fonseca o Álex González y Sergio Vallín de Maná. «Era una asignatura pendiente, porque lo intentamos hacer en 1993, cuando lancé Bajo el signo de Caín, pero caí enfermo y tuve que parar la gira. Luego con Sereno, pero debido a su éxito, con todos los Grammy que recibió, no hubo forma de agendarlo», explica Bosé. «Pero me ha servido para quitarme muchos miedos, porque mi producción no es acústica y hay pocos instrumentos tocados por humanos. Tenía miedo que en la traslación a este formato se perdiese ese sello tan característico de Bosé«, añade. Pero dice estar satisfecho con el resultado. Y pone como ejemplo Amante bandido, «que hemos llevado al Caribe, al calypso, un poco como Culture Club en Karma Chameleon«.
Eso le ha hecho reafirmarse en su opinión respecto a sus temas: «Son números uno testados. Y la gente los ha puesto ahí, en el olimpo».
El Miguel que habla es un Bosé que sigue siendo «igual de escéptico» que en su último disco, Amo (2014). Un escepticismo que atañe en primer lugar al amor:«Soy soltero y no tengo pareja. Bueno, sí, tengo cuatro parejas que son mis cuatro hijos. Así que mi vida está dividida entre mi profesión y mi familia».
En ese sentido justifica la elección de su nueva residencia como «un lugar imbatible, porque el 95% de mi trabajo está en América y me tenía que ir dos o tres meses. Y se me partía el corazón, porque no veía a mis hijos». Ahora les puede bañar, ir a dar un concierto a una ciudad a tres horas de avión y regresar para recogerles del colegio.
En ese sentido, rechaza la imagen que últimamente rodea a su nuevo país de residencia. «Es como si de repente salieran de España los casos Gürtel y sólo se hablara de eso. Se pensaría que es un país de corruptos, que lo es, pero se nos olvidaría que también hay cosas maravillosas«. Panamá, asegura, «no es eso. Y no es algo ilegal: las sociedades offshore no son ilegales; se utilizan de forma ilegal en determinados casos. Es una desgracia, pero Panamá no es sólo eso, igual que Andorra no es sólo eso».
El escepticismo se extiende también a la política. «Decidí no participar en campañas ni tan activamente en política como lo hacía. Ésa es una de las protestas. Obviamente, sigo en un activismo constante para conseguir cosas: este año hemos conseguido firmar con Rafael Correa el acuerdo para el tercer parque oceánico no take, que engloba todas las Galápagos y que la ONU reconozca, 70 años después, la paz como derecho humano universal. Un trabajo que hemos realizado a través de la Fundación que tenemos Juanes y yo, Paz sin fronteras«.
«Sigo con una actitud muy constructiva», afirma, «pero sin dejar que mis energías se diluyan en lo que yo, como granito de arena, nada puedo solucionar». Y dice estar«muy cabreado, en el sentido de que casi me he vuelto más agresivo con la ciudadanía que con la política. Con la política tengo una actitud de desprecio muy grande, poderoso. Y con el ciudadano, de acusación. Lo decía en Sí se puede, una canción de Amo: ‘En qué momento todo eso se nos fue de las manos’. Obviamente, lo hemos permitido. Y además, ellos nos han hecho posible que se lo permitiésemos. Porque esta corrupción empezó desde arriba y caló en el fondo. Para no perder esos privilegios de corrupción, falta de ética, ausencia de moral política, social y económica, se consiguió la lealtad del voto. Ahora mi cuestionamiento es hacia los ciudadanos: qué coño estamos haciendo».
(Nota publicada en El Mundo, por Dario Prieto Sierra)